A nadie se le ocurriría enamorarse de una abogada en ejercicio que nunca haya perdido un caso de acoso, desde un piropo casual hasta un “buenos días magistrada”.
Cuando escribí “Veredicto“, imaginé una pareja de abogados que se enamoraron, él enviándole a ella, palabras dulces, con ánimo de conquista.
Sea la paz entre las personas que se aman.
Veredicto
En este breve minuto de habeas corpus
he decidido revolcarme en mi voz oficialmente dormida
para leudar tu silencio y lacerar mi dulce instinto
sin escapar de la prisión de tu mirada
para reescribir nuestra historia
mi atardecer
con recuerdos de acuarela en mi memoria
y poder evitar que huyas
en la rebeldía de tus huellas…
capturar tus suspiros
perseguir tu sombra
hasta que atraviese mis sueños la oscuridad
que ya no traigas flores donde alguien enterró mi alegría
descalificando mis treinta segundos
vaciando mis manos quebrando mis alas
he decidido rogarte ya por fin
que en esta excursión a la nada
desarmes conmigo mi congelada soledad
que seamos más que prójimos
más que siluetas gemelas
que en mi deshabitado corazón
se albergue tu júbilo…
y aunque prófugo
pueda ser tu amor quien le dicte al mío
su veredicto.
Konectemos
El autor es Consultor de Servicios y Administración Pública.