[Publicado originalmente el 1 de julio del año 2003].
Dedico mis líneas de hoy a los jóvenes que están acariciando la idea de contraer matrimonio, de responder a la presión social de casarse, o a aquellos matrimonios jóvenes que han decidido voluntaria o involuntariamente tener descendencia, o sea hijos.
Muy frecuentemente escuchamos una despedida en el cementerio o en la funeraria, a alguien que toma la palabra para decir que el señor tal era un buen padre, buen esposo, buen hijo, buen compañero de trabajo y otros tantos “buen”.
Recientemente recibí de alguien a quien quiero mucho y que está muy pendiente de lo que escribo cada martes, un comentario sobre el libro de Piero Ferruci titulado “Nuestros Maestros los Niños”, que apoya en un sentido comentarios que anteriormente hemos presentado en este espacio.
Buen Padre, Buen Marido
Lo siguiente es una trascripción completa del mensaje que he recibido y respetando el derecho de autor, indicamos la fuente, al final de la lectura.
El último libro de Piero Ferruci, “Nuestros maestros los niños” ya ha sido traducido a 11 idiomas. Allí él dice: “Ha hecho falta tiempo, pero al final me he dado cuenta: la relación con mis hijos pasa a través de la relación con mi mujer. No puedo tener con ellos una buena relación si mi relación con ella no es buena”.
La experiencia clínica de Ferruci le ha demostrado que “cada ser humano es el resultado de la relación entre dos individuos: su padre y su madre. Y esa relación sigue viviendo dentro de nosotros como una armonía bellísima o como una laceración dolorosa. La relación entre nuestros progenitores -dice Ferruci- nos constituye en lo que somos.
Y esto es verdad también en la época de la familia dormitorio, de los progenitores “single”, de la fecundación artificial, de la manipulación genética, de los vientres de alquiler, de los bancos de espermatozoides. Un niño siente con todo su ser la relación entre sus progenitores, sea cual sea, la siente en sí mismo. Si la relación está envenenada, el veneno circulará por su organismo. Si la atmósfera no es armoniosa, crecerá en la disonancia. Si está llena de ansias e inseguridades, también su futuro será incierto”.
La conclusión entonces parece clara: si quieres ser un buen padre, sé un gran marido. Si quieres ser una buena madre, sé una gran compañera para tu marido.
¿Cómo mantener y mejorar constantemente la relación conyugal? Este autor italiano es un gran romántico y cree que la fuente de amor para los esposos radica en el recuerdo de sus mejores momentos.
“Al contrario de lo que muchos piensan, yo creo que el hecho de enamorarse es el instante más auténtico de la relación entre dos personas; es cuando ellas ven que todas las posibilidades se abren ante ellas, cuando tocan la esencia y belleza del amor. Ante los ojos de mi mente desfilan nuestros momentos más luminosos: el primer paseo juntos, la decisión de casarnos una tarde de septiembre…
Todo eso es el origen, la fuente: el lugar en que todo va bien y es perfecto. Resulta positivo regresar de vez en cuando a los orígenes y beber de aquella fuente de agua pura”.
Tomado de “Hacer Familia”
Por María Esther Roblero
DIOS TE BENDIGA MARIO. A LA VERDAD QUE ESTE ARTICULO ESTA MUY BUENO. ES UNA PURA REALIDAD Y SIRVE PARA CONFRONTARNOS Y DARNOS CUENTA QUE HEMOS HECHO CON NUESTRA VIDA DE PAREJA Y SOBRE TODO CON LA VIDA DE NUESTROS HIJOS . GRACIAS . XIOMARA HERNANDEZ.